“El cuenco con las canicas"

 





A la vuelta de las vacaciones y con las pilas recargadas 💪... una parábola 😀

“El cuenco con las canicas de vidrio”: una parábola sobre cómo establecer a consciencia y administrar mejor cada momento invaluable de nuestra vida.

Un domingo por la mañana un joven estaba parado en un banco en el parque y, a pesar del silencio y la tranquilidad de la mañana, se veía pensativo y tenso. Perdido en sus pensamientos, no notó a la persona mayor que se sentó a su lado. El recién llegado le sonrió amablemente y trató de entablar una conversación.

– Es agradable no tener prisa por ningún lado y disfrutar del día, ¿no? él dijo. - Su rutina diaria durante la semana probablemente esté muy ocupada.

- Sí, tiene razón, señor. Pero no hay otra manera. Tengo que ganar dinero para cuidar de mi familia. Hoy en día, hay tantas cosas que nos presionan. Tengo que pagar la hipoteca de la casa, darle a mi hija todo lo que necesita, estudiar en una buena escuela, vestir bien…

- Si no te importa, ¿puedo preguntarte cuántas horas al día trabajas?

- Bueno... unas diez, pero a veces tengo que trabajar hasta catorce horas.

- Sí, entiendo…, dijo el anciano pensativo. - Debes estar ganando mucho dinero por este trabajo. ¿Pero no te molesta que te quede tan poco tiempo para tu familia y tu hijo?

- Me preocupa, por supuesto – el joven bajó la mirada y nerviosamente comenzó a arrugar la taza de café vacía en sus manos. - Pero no veo qué podría hacer. La vida es así.

- Sabes, yo también vivía así. Corría todo el día, llegando a casa tarde por la noche cuando todos dormían. Y un día me di cuenta que mis hijos han crecido, y apenas los conozco, que no he estado presente en los eventos más importantes para ellos y he compartido la vida con mi familia solo en mis domingos libres... me di cuenta que mi vida se había escurrido como arena entre mis dedos, y la he vendido por dinero…
Me admití a mí mismo que había querido más, y más... que había luchado por cosas materiales que ya me parecían sin importancia. Y al mismo tiempo, me había perdido la primera actuación de mi hija y la primera competición deportiva de mi hijo.
Yo tenía entonces 55 años. Y un día me senté e hice los siguientes cálculos simples: El promedio de vida humana es de unos 75 años. Si multiplicamos 75 por 52, el número de semanas en un año, resulta que una persona tiene 3.900 semanas en su vida y, en consecuencia, el mismo número de domingos. Es decir, para mí, unos 2.900 de todos esos domingos ya se habían pasado irremisiblemente. Me quedaban 1000. Ese mismo día fui a una juguetería y compré 1000 canicas de vidrio, las cuales puse en un recipiente transparente grande. Y cada domingo de mi vida que pasaba, sacaba una bolita de la pila. De esta manera, traté de "ver" cómo se acortaba el tiempo que me quedaba y la vida se iba volando... porque podía ver con mis propios ojos cómo estas bolas de cristal iban disminuyendo.

- Una teoría interesante, dijo el joven pensativo.

- Esto me hizo reconsiderar las prioridades en mi vida - continuó el anciano en su confesión. – Empecé a prestar más atención a mis seres queridos, a estar con ellos cada minuto libre y a disfrutar los momentos que pasamos con ellos, las pequeñas cosas que nos hacen felices. Y no son las cosas que acumulamos, créeme.
Y finalmente, te diré algo más. Este domingo tiré la última de mis bolas de cristal. A partir de ahora, cada nuevo día es un regalo para mí. Y estaré agradecido de tenerlo y experimentarlo con mis seres queridos. Ahora me doy cuenta de cuán limitado es el tiempo que tenemos en esta tierra y cuán cuidadosamente debemos administrar cada precioso momento…
Bueno, debo haber estado hablando mucho... Perdóname si te inmiscuí y violé tu privacidad. Y ahora me iré. Ahora me doy cuenta de cuán limitado es el tiempo que tenemos en esta tierra y cuán cuidadosamente debemos administrar cada precioso momento.

El joven lanzó una mirada a su interlocutor y permaneció un rato en silencio en el banco vacío. Luego se levantó bruscamente, sacó su teléfono y marcó el número de su esposa.

– ¡Cariño, despierta al niño y prepárate! ¡Hoy nos vamos de picnic! - dijo alegremente el hombre en el receptor. – Solo tengo que pasar por un lugar y te paso a buscar en un rato.
Y se dirigió a la juguetería más cercana…

Llega un momento en la vida en el que te das cuenta de que pasar la página en la que has estado durante demasiado tiempo es realmente maravilloso porque hay muchas más páginas para leer en el libro.

Autor: Zayn Malik. La parábola forma parte de la colección "Transmitir el amor. 150 historias sobre el milagro de la vida"

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